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Las plagas de langosta han amenazado al hombre desde el neolítico, momento en que éste aprendió los rudimentos de la agricultura y fijó su residencia en un lugar permanente, sedentarizándose.
Las plagas de langosta han amenazado al hombre desde el neolítico, momento en que éste aprendió los rudimentos de la agricultura y fijó su residencia en un lugar permanente, sedentarizándose. Un enjambre de langostas puede albergar miles de millones de individuos que no respetan el equilibrio de la naturaleza y destruyen a su paso la masa vegetal existente, rompiendo por completo la cadena trófica y exponiendo a los seres vivos que de ella dependen a una muerte segura por inanición. El hombre ha sido testigo, siglo tras siglo, de estas enormes catástrofes que aparecen y desaparecen de forma súbita. Las ha intentado explicar y las ha combatido con escaso éxito. Entre los años 2003 y 2005 tuvo lugar en África la última gran plaga de langostas. Pero no será la última.
El autor
(Barcelona, 1962) Entomófilo vocacional, colaborador del Museu de Zoologia de Barcelona y miembro de la Institució Catalana dHistòria Natural (ICHN) y de la Societat Catalana de Lepidopterologia (SCL). Viajero y Bibliófilo, especializado en Historia Natural Antigua. Ha dedicado cerca de treinta años al estudio de los insectos en todos sus órdenes y familias, lo que le ha llevado a viajar por diversas regiones de España y Europa y países como Marruecos, Camerún, Turquía, Indonesia, Brasil o Ecuador, siendo testigo de las "explosiones de vida" y la grandiosa biodiversidad que aún existe en el planeta.