En astrofísica, se llama «materia oscura» a una materia que los instrumentos no pueden detectar, y cuya existencia se deduce de sus efectos gravitatorios. La composición de la materia oscura nos resulta desconocida, pero no así su propiedad más notable, que es la de aglutinar la materia visible.
De un modo análogo, el lenguaje está habitado por un elemento que le es extraño la pulsión inconsciente, y que le proporciona una cohesión tensa, dinámica, donde el sentido y el sinsentido, lejos de excluirse, se mezclan para producir el efecto de la significación.
En la tradición del surrealismo, el autor propone en este libro un modo de escritura que se concibe como inscripción de lo pulsional. Una escritura fragmentaria, exploratoria, múltiple, en la que los géneros y la narratividad misma se disuelven. Y que atestigua así la conmoción de una época donde la posibilidad del significado está siendo anulada por la destrucción de toda forma de normatividad y límite a manos del capitalismo, y la vuelta a la ley del más fuerte como expresión (abyecta) del vínculo social.