Tu cuarto abuelo nació a mediados del siglo xix, en un momento en el que nadie —o solo unos pocos naturalistas— había oído hablar de los dinosaurios. De manera que tu ascendiente decimonónico se quedaría «alucinando pepinos» si pudieses hablar con él y le dijeras que, antes de existir la humanidad, la Tierra estuvo dominada por reptiles gigantescos —y otros más pequeños— que llamamos dinosaurios.