Henri Poincaré dejó su impronta en todos los campos del hacer matemático, desde la teoría de números a la creación de la topología y las funciones meromorfas, atisbó también la teoría especial de la relatividad y enunció en 1904 la conjetura que lleva su nombre, que en el año 2000 sería considerada como uno de los siete problemas del milenio… Pero también reflexionó sobre el papel que el científico desempeña en la sociedad, y por ello exigió que el pensamiento no se sometiese “nunca ni a un dogma, ni a un partido, ni a una pasión, ni a un interés, ni a una idea preconcebida, ni a nada, si no es a los hechos mismos porque, para él, someterse sería dejar de ser…”