¿Te prometiste a ti mismo, al terminar el instituto, que jamás volverías a tocar las mates? ¿O, por el contrario, eres una calculadora humana? La realidad es que vivimos rodeados de matemáticas: hacemos cuentas para llegar a final del mes, calculamos si nos sale más caro un detergente u otro, hacemos la Declaración de la Renta individual o conjunta e imaginamos todas las combinaciones posibles para ganar la partida de póquer.